domingo, 17 de agosto de 2014

Orange is the new black

Supongo que muchos de vosotros estaréis este mes disfrutando de las vacaciones así que os propongo una entrada fresquita sobre una serie de televisión que me tiene completamente enganchada: Orange is the new black.

Se trata de una serie muy original ya que la televisión no suele tratar el tema de las mujeres en prisión y el lesbianismo con tanta naturalidad. Está basada en un libro autobiográfico, Orange is the new black: My year in a women´s prision, escrito por Piper Kerman, guionista de la serie también.  

La protagonista es Piper Chapman, una chica guapa con negocio propio, alto poder adquisitivo y prometida con Larry Bloom, un chico de su mismo estatus. Podríamos decir que Piper tiene controladas todas las facetas que conducen al éxito, todas, si no fuese por un pequeño error que cometió diez años atrás: dejarse convencer por Alex Vause, su novia en aquel momento, para recoger una valija de dinero proveniente de la droga.

Una década más tarde recibe la citación para ingresar en prisión y su vida perfecta comienza a tambalearse. En esta aventura de Piper, interpretada por Taylor Schiling, la acompañan todo un repertorio de personajes con los que resulta imposible no empatizar. 



Además de entretenida, la serie me parece muy recomendable por distintos motivos, especialmente porque, a diferencia de otras series o películas, no se revuelca en el morbo carcelario y describe de forma realista este micro mundo. En un tono tragicómico explica muy bien fenómenos como la prisionalización. Mediante flash-backs, que tienen lugar en todos los capítulos, vamos conociendo la trayectoria vital de los personajes, las diversas motivaciones que les condujeron al delito y las distintas estrategias de afrontamiento que cada uno va adoptando.

El tema de las necesarias alianzas, el sentimiento de pertenencia a tal o cual grupo, etnia o raza para sobrevivir en prisión también es abordado por Orange. Tres grupos principales: hispanas, negras y blancas son los que sobresalen en la serie. Cada uno de ellos pugna por tener su parcela de poder y, de esa manera, asegurarse mejores condiciones durante el internamiento. La cocina y el economato son, en este caso, la representación de ese poder y, por tanto, el objeto de deseo dichos grupos. 

La heterogeneidad de los perfiles es otro de los rasgos que también muestra bien la serie. Huyendo del maniqueísmo al que nos tiene acostumbrados el cine, donde el protagonista suele ser un hombre injustamente acusado que pasa por un calvario al tener que enfrentarse al resto de pérfidos reclusos, en Orange los personajes son más creíbles, más humanos si se prefiere. Todos han delinquido, han cometido errores, en algunas ocasiones incluso irreparables, pero no dejan de ser personas, más aún, personas con valores. Todos son culpables y, a la vez, víctimas también. 

Paralelamente, la serie hace una crítica al fraudulento sistema penitenciario americano y el abuso de poder presente en el mismo. Un odioso funcionario de prisiones, George "Pornstache" Méndez, y una corrupta Asistente del Director, Natalie Figueroa, irán dificultando la ya complicada de por sí vida de las internas. Nos muestra un sistema semiprivatizado en el que el Tratamiento Penitenciario no tiene cabida y en el que cumplimiento de la condena tiene un carácter meramente punitivo,  de ahí su enorme poder de reinserción.

Si aún no he conseguido engancharte a la serie imagina los diálogos que pueden surgir de personajes como Suzanne "ojos locos" Warren, una presa con importantes problemas mentales, Sophia Burset, una peluquera transexual o Tiffany "Pennsatucky" Doggett, una fanática religiosa.

Por último, una pega: la serie se emite en Canal Plus, aunque supongo que, después del éxito que ha tenido, pronto se dará en abierto. Está también disponible en internet, sin embargo, dado que soy una responsable trabajadora social de prisiones, no seré yo la que te incite a la comisión de un delito. 

Hasta pronto.
Cabezera de Orange is the new black

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