domingo, 29 de marzo de 2020

Una entrada (que como el COVID) no va a gustar a nadie

Hola de nuevo: tras estos años sin escribir retomo la actividad. Ha tenido que ocurrir una pandemia para que esto ocurra, y es que, escuchar tantas tonterías en los medios y las redes sociales me ha despertado el gusanillo.

Supongo que en estado de confinamiento las cosas adquieren otro cariz. Lo estoy comprobando con mis propios familiares; mi madre, dependiente de grado II, tiene suspendido el Servicio de Ayuda a Domicilio, esa ayuda tan necesaria. No quiere que nadie vaya por casa porque está muy asustada con contraer el coronavirus. Ella no tiene ningún deterioro cognitivo, todo su problema es de movilidad. Comento esto para hacer saber que su exaltación no está relacionada con ningún tipo de patología. Ella se sienta frente al televisor y se pasa las horas escuchando las estadísticas de infectados y fallecidos. El resultado es que cada día la encuentro más alterada, agresiva y lábil. Probablemente no contraiga el COVID-19, ahora la preservación de su salud mental y la de quien la rodeamos, pues no sé. 

Esto es lo que me ha hecho pensar mucho a la hora de filtrar las personas usuarias susceptibles de "suspender servicio", ya que las auxiliares, al margen de fregar el suelo, realizan una labor de acompañamiento, poco visible, pero totalmente amortiguadora de la soledad. De ahí la necesidad de estar disponible en este momento, al menos, con acompañamiento telefónico. En las secuelas y su afrontamiento deberíamos estar meditándolas ya: discusiones entre hermanos para ver a quién le toca la atención, sentimiento de haber criado cuervos, el pánico a la muerte cercana...en fin, una serie de cuestiones preocupantes que tendremos que afrontar. 

Estas problemáticas, en las personas vulnerables, las entiendo. Lo que no entiendo son los histrionismos de gente a la que se la supone autónoma, autosuficiente e independiente y que no dejan de dar por saco en las redes con el "y yo más". No son momentos de ser más o menos profesionales que nadie. Con ese "y yo más" lo único en lo que ahondamos es en ese voluntarismo que se nos presupone y que, a mi entender, resulta antagónico de profesionalidad y reconocimiento como disciplina. 

Con respecto a la presencialidad o no, pues creo que hay que afinar mucho. A los Servicios Sociales Comunitarios, por ejemplo, se nos ha cargado de procedimientos. Entre esos procedimientos surge algún proceso, alguna intervención, pero no nos engañemos: nos pasamos la mayor parte del tiempo tramitando rentas mínimas, tarjetas de discapacidad, solicitudes de dependencia y ayudas económicas. Cuestiones que pueden ser abordadas desde un ordenador. ¿Para eso necesitamos estar frente al usuario? No. Ahora bien, ¿es verdad que en esos trámites a veces se detectan demandas encubiertas? pues también. Por ello creo que no es momento de tomar decisiones permanentes, creo que esto hay analizarlo cuando pase, tras ver las consecuencias y reflexionar sobre aquello en lo que hayamos fallado, porque está claro que este asunto nos está dejando las vergüenzas al aire, a pesar del ingente trabajo que estamos realizando. 

Pero claro, a quedarnos con las vergüenzas al aire ya estamos muy acostumbrados. Otros Sistemas, en cambio, ni se les cuestionan. Que están cerrados, pues vale. Que tan solo están disponibles por medios informáticos, claro que vale. Que no recepcionan las llamadas o se comunica a la ciudadanía que se harán los trámites cuando esto pase, por supuesto que vale también. Ya estamos los Servicios Sociales para tapar agujeros, como buen cajón de sastre. 

Bueno, puesto que estamos en tiempos de tonterías, aquí os presento las mías. Salud.